Mi Turno

Aquella casa me había llamado la atención desde niño, cuando la veía al pasar. Ya estaba abandonada entonces. Quién me iba a decir que, después de tantos años, el Ayuntamiento la compraría y que, como arquitecto municipal, me tocaría a mí hacer el proyecto de reforma.

Era la primera vez que entraba allí. Polvo, muebles viejos, cuadros rancios. Todo para tirar. Una distribución típica de una casa antigua, con cientos de habitaciones. Todo un laberinto.

Llegué al fondo del pasillo y entré en aquella habitación. Era un lugar extraño para una sala de estar, pero ahí estaba.Una chimenea, un cuadro cubierto de polvo y telarañas por todos lados. Sin saber por qué, me acerqué al cuadro, lo limpié de un manotazo y, sin poder evitarlo, grité.

En el cuadro estaba yo al lado de esa chimenea,vestido con la misma ropa que llevaba puesta y un texto: “Tu turno”.

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