Cuando hoy en día alguien piensa en las repúblicas modernas y en su origen, le viene sin dudar, la revolución francesa y el levantamiento del 14 de julio de 1789. La toma de la Bastilla y el posterior cambio de régimen, con la ejecución de los reyes, llevó a un nuevo status, que, con vacilaciones, terminó consolidándose casi 60 años después.
Sin embargo, ¿es realmente este el origen de la república moderna? Pues lamentándolo mucho para los franceses, no. Aunque no cabe duda que fue la que marcó la línea a seguir a otras muchas naciones posteriormente. De las que perduran, la república de los Estados Unidos de América, es anterior (su proclamación de independencia se realizó el 4 de julio de 1776), pero resulta que ésta tampoco es la primera república moderna.
Para llegar a la primera república moderna hay que profundizar en la Europa renacentista, a un estado creado en 1569 con un lema: “Nuestro Estado es una república bajo la presidencia de un Rey”. Estoy hablando de la República de las Dos Naciones. Esta República, que realmente fue el germen de un nuevo concepto, se creó con la unión mancomunada-federal entre Polonia y Lituania, auspiciada por el Rey Segismundo II. A su muerte, en 1572, se consolidó el sistema, con un parlamento que se llamó Sejm con gran poder, que quedó realmente a manos de la nobleza, elecciones libres (entre los nobles, tampoco abusemos) que nombraban al presidente de la república, que tenía denominación de “Rey”, aunque era electo y en realidad, no gobernaba.
En esa república existía el derecho de repudio del Rey (se podía realizar una rebelión legal que lo derrocaría en el caso de que no se aprobase su gestión), la posibilidad de discrepar sobre la opinión del parlamento e incluso el embrión de creación de partidos políticos que permitieran defender opiniones diferentes a las vigentes.
Evidentemente, era tiempo del absolutismo más profundo en Europa. Estamos hablando de una “república federal” (sí, entre comillas), que se generó casi un siglo antes que el Rey Sol (Luis XIV de Francia), quizás el mayor exponente del absolutismo, así que tampoco era una república como la podemos entender hoy en día, sino que sólo una parte de la población en torno a un 10% tenía derechos políticos.
Parece poco, pero no olvidemos que cuando nacieron los EEUU, sólo en torno al 25% de la población tenía derechos políticos (ni las mujeres, ni los esclavos tenían derechos), así que teniendo en cuenta que fue bastante antes, la verdad, parece un avance muy significativo.
Este experimento de república federal no fue precisamente efímero. Perduró hasta 1795, pero a causa de las contínuas invasiones suecas, cosacas, austriacas, terminó en la anarquía, que disolvió la unión, dividiéndose el país entre los reinos de Prusia, Rusia y Austria. Pero el germen político estaba echado, había posibilidad de otros regímenes. En Francia, sólo faltaba la chispa que generara la revolución.
Y esa chispa se generó entre 1776 y 1783, entre 13 y 6 años antes de la toma de la Bastilla. La primera fue el apoyo del propio Reino de Francia a la revolución americana y su independencia. Les costó un dineral, muchísimo, y eso limitó mucho los recursos de la población francesa, que quedó a expensas de las cosechas anuales. Además, les dio a la población una idea de poderse levantar en contra al poder establecido. El apoyo de la monarquía a las colonias, en el fondo enseñó el camino a seguir al pueblo francés.
Y la gota. Faltaba un ingrediente, el hambre. Este hambre llegó a causa de un hecho causal producido en 1783. En ese año, en una pequeña isla del norte llamada Islandia un volcán entró en erupción. El volcán, llamado Laki, lanzó a la atmósfera una cantidad inmensa de cenizas y lava. Tanto, que la población de Islandia se vió reducida en un 20%, y su ganado en un 50%. La nube de polvo, que se conoció como “La bruma de Laki” se expandió por toda la zona norte de Europa y perduró durante años, generando hambrunas que afectaron a 6 millones de personas. Se completó el círculo. Ideas, ver que una revolución es posible, falta de recursos y hambre. Sólo faltaba un motivo, que como siempre fue menor para que saltara todo por los aires y cambiara la historia, originando un régimen, la república moderna, que, hoy en día, es el más extendido del mundo.