Hoy se conmemora el 201 aniversario del tratado de Kiel. Es un tratado entre Suecia y Dinamarca, principalmente sobre la soberanía de Noruega. No tiene más interés, salvo por que cuando he oído Kiel, me ha recordado al tercero de los canales, el gran olvidado.
Cuando se habla de canales artificiales en el mundo se piensan en dos principales, el de Suez y el de Panamá. Sin embargo, como digo, existe un tercero de grandes proporciones a nivel mundial y es incluso mayor en distancia que el Canal de Panamá. Se llama Canal de Kiel y une el Mar del Norte con el Mar Báltico, pasando por lo que sería la base de Dinamarca, visto en un mapa, y que tiene una distancia de nada menos que 98 km.
Su origen histórico parte de un canal basado en un río, un poco más al norte, llamado canal de Eider, porque utiliza el flujo de este río, que se construyó en 1784. Era poco profundo (sólo 3 metros) pero era muy largo y permitía el flujo de buques de la época, porque estamos hablando nada menos de 5 años antes de la revolución francesa. Sin embargo, con la expansión de Prusia y el Imperio Alemán del siglo XIX, el Kaiser, Guillermo I, consideró necesario que se iniciara un canal de dimensiones ya considerables, que permitiera el flujo de barcos desde Alemania al resto del mundo sin necesidad de bordear Dinamarca. Así que en 1887, se puso la primera piedra de este canal artificial, en la zona de Holtenau, zona muy próxima a Kiel, que fue quien finalmente dio el nombre al canal.
Era la época de construcciones de grandes canales, de grandes obras de ingeniería, y para ello se necesitaba multitud de mano de obra. Más de 8.900 empleados trabajaron en el canal, que tardó nada menos que 18 años en terminarse. En 1895 se inauguró, ante las cámaras del recién estrenado invento del cine, siendo una de las primeras grabaciones de “corte de cinta” que aún se conservan. Esta grabación está aún almacenada en el museo de ciencias de Londres.
El canal fue dominio exclusivo alemán, hasta que en 1919, el Tratado de Versalles, en su artículo 321, lo declara zona de tránsito internacional con dominio alemán. Este estatus se mantuvo hasta 1936, cuando Hitler, rompió esta condición. Desde 1945, después de la derrota del III Reich, volvió a ser de libre tránsito.
El canal tiene 11 metros de profundidad y 102 de ancho, lo que lo convierte en la principal vía de comercio de la zona del mar báltico. De hecho, en 2008 pasaron por él unos 40.000 buques, siendo una de las vías marítimas más usadas del mundo, en dura competencia con el canal de Panamá y el de Suez.
Un hecho curioso, que hace ver la complejidad humana en cuanto a la geografía y a la geoestratégia, es que años después, los hombres construyeron su “complementario”, el puente de Oresund, que une Dinamarca con Suecia. Parece que los hombres siempre queremos llevarle la contraria a la naturaleza y construimos un canal y un puente, para hacer, exactamente lo contrario. Eso sí, las dos obras, mastodónticas, mejoran en mucho las comunicaciones. En el fondo, la fe sí que mueve montañas.
Así que sí, realmente los canales artificiales de gran tamaño no son dos, son tres, aunque este, el de Kiel, es el gran desconocido.
Yo me topé con este canal durante un paseo en bici, en 2002, por la zona de Wilster, al oeste. Por allí también se encuentra el punto más bajo de Alemania, que está a un par de metros bajo el nivel del mar.