Europa ha sido siempre un continente volátil. En los últimos 2000 años ha vivido transformaciones geográficas y políticas casi continuas. Invasiones, guerra, cambios. Países que ya no existen, como Prusia, países que se unificaron, como Italia, Alemania e incluso España, países que se disgregaron como Yugoslavia, Checoslovaquia o la misma URSS, un cambio continuo del que quedan algunos vestigios del pasado por ahí repartidos.
La entrada de hoy es de uno de esos vestigios. Generalmente la conocemos por ser la selección de fútbol que más pierde o por tener un gran premio de motociclismo que no se disputa en su territorio. Es la república de San Marino. Un diminuto país, situado en medio de Italia, rodeada completamente por ella y que curiosamente, a pesar de su nombre, no tiene mar, aunque está a sólo 10 Km de él.
Su tamaño es de 61 Km2, menos de la mitad de la ciudad de Sevilla, pero es ni más ni menos que el país soberano más antiguo del mundo.
Su origen fue una comuna creada por un cantero cristiano llamado Marino, que huyendo de las persecuciones romanas llegó a establecerse en un monte del centro-norte de la península italiana, llamado monte Titano. Esta comuna evolucionó en el tiempo, hasta que en el siglo X, se estableció como territorio independiente, llamado Territorio de San Marino y posteriormente, República de San Marino, en honor al cantero fundador. Ya no era una comuna, era una comunidad monástica, pero con su propio sistema republicano de gestión. Pero republicano a lo que se entendía en la antigua Roma de república, no lo que se entiende por ello después de la revolución francesa.
Consiguió mantener su independencia a pesar de las tensiones limítrofes y del papado, que lo reconoció como independiente en 1631. Napoleón lo reconoció como independiente en su invasión italiana en 1797 y otras potencias en el congreso de Viena en 1815. Con Italia, sobrevivió a la reunificación firmando tratados que reconocían su independencia, el último en 1971.
Pero lo más curioso que tiene San Marino es que mantiene el sistema de gobierno de república romana. Está gobernado por un Consejo Grande que es elegido por votación popular. Inicialmente este Consejo era un Arengo, o consejo de los cabezas de familia, pero desde el siglo XIII (¡todavía no se había reconquistado Sevilla a los árabes!) ya se escoge el Consejo Grande por votación.
Este Consejo elige a dos de sus miembros como Capitanes Regentes por periodo de 6 meses y éstos y su consejo de ministros es el poder ejecutivo del país. Los dos elegidos son de partidos diferentes, lo que obliga a una jefatura equilibrada. Se nombran los días 1 de abril y 1 de octubre de cada año. Esto es un vestigio de la república romana, que mantenía dos regentes y reelecciones cada 6 meses.
Pero lo verdaderamente extraño sucede cuando cesan del cargo. Al igual que en las repúblicas romanas, tras cada mandato existen tres días en los que los ciudadanos pueden presentar quejas sobre las actuaciones de los jefes de estado. Estas quejas, si son admitidas a trámite, abre automáticamente un proceso judicial a un ex jefe de estado. Es una de las máximas de la gestión de San Marino, la auditoría pública continua y en la página web del mini estado se enorgullecen de ello.
¿Os imagináis qué pasaría si en España, cada vez que hubiera un cambio de gobierno se abriera un proceso de quejas a la gestión del ex presidente? Mejor no imaginarlo. Sin embargo, parece un ejercicio de sanidad democrática la gestión que tiene San Marino de sus instituciones.
En el tema judicial también tiene sus particularidades. San Marino, delega en jueces extranjeros, salvo en los casos de jueces conciliadores (equivalentes a jueces de paz, que sí pueden ser del país), y existe un consejo garante de la constitución que en 2002 sustituyó al tradicional consejo de los XII, que ha quedado como órgano administrativo. El Consejo Garante es elegido por el Consejo Grande y es el funciona como corte de apelación y gestiona las quejas a los capitanes regentes. Para que os hagáis una idea de la tradición del país, el código penal vigente data de ¡1865!
Un cambio reciente se produjo en 2001, que adoptó el Euro como moneda, aunque no pertenece a la UE. Es uno de los cuatro únicos países que adoptaron oficialmente el Euro sin pertenecer a la Unión. Los otros también son microestados europeos: Andorra, Vaticano y Mónaco.
Es una república de otro tiempo, incrustada en el siglo XXI. Pero lo que se ve es que los problemas de la antigüedad son los mismos que los actuales, y ya pensaron en controles para evitar el abuso de lo común, de lo público. Los antiguos no eran más torpes ni más insensatos. Simplemente eran de otro tiempo.
Es que, a veces, mirando al pasado se ve que la evolución no es tal y que, probablemente, sólo hay que mirar al pasado para aprender para el futuro.