Cayéndose continuamente sobre nuestras cabezas.

El tema de hoy lo comenté en una charla sobre telecomunicaciones que dí hace poco y me resultó sorprendente que no se conociera. Es cierto que nosotros lo estudiamos en la carrera y lo tenemos asumido, pero también es cierto que no es algo que se conoce y cuando se comenta, sorprende.
Como digo, nos contaron en la carrera que existe una órbita espacial, llamada geoestacionaria, en la que, sin necesidad de movimiento, un satélite queda “suspendido” en un punto del espacio que además, es el reflejo siempre del mismo punto en la Tierra. Es la magia que tiene la gravedad de la Tierra y la Luna. Esa órbita, situada a unos 36.000 Km fue descrita a primeros del siglo XX por un científico, llamado Potoknic, pero se popularizó cuando un escritor de ciencia ficción llamado Arthur Clarke (el autor de “2001: Una Odisea Espacial”) la propuso en 1945 como base para satélites espaciales.
Esa órbita se ha usado mucho en satélites y allí se encuentran algunos de los más conocidos, como por ejemplo, el Meteosat. Pero, es una órbita limitada y no todos pueden estar allí. Obviamente, en las órbitas más alejadas a la Tierra, el satélite está continuamente como fugándose de la Tierra y en órbitas más cercanas, el satélite está cayendo hacia la Tierra. Para que queden fijos en el espacio es necesario que estén  “rectificando” su posición y así van corrigiendo la atracción de la gravedad (mucho más pequeña que si estuvieran en la Tierra, claro).
Y hoy en día, cuando hablamos de satélites, el sistema más conocido y que ya todo el mundo usamos, es todo un mundo de curiosidades en sí mismo. Es el sistema GPS.
Todos lo conocemos y quien más o quien menos lo tenemos en el móvil. GPS es un sistema de posicionamiento global que los americanos lanzaron al espacio a mediados de los 80, en principio 11 satélites, se completaron hasta 24 en 1993, con una vida útil de 15 años. Sí, realmente vivimos con un sistema que ha sobrepasado su vida útil. Los sistemas que lo deberían sustituir (principalmente el Galileo de la Unión Europea) se están retrasando cada vez más por las restricciones de presupuestos, así que se está estirando el GPS, reparando los satélites y, en algún caso, enviando satélites sustitutos para que el sistema, hoy en día muy utilizado y ya indispensable, siga funcionando.
Los 24 satélites GPS cubren todo el globo, de forma que, siempre puedan detectarse, al menos, 4 de ellos. Con esa detección y los tiempos que tarda la señal, cualquier dispositivo es capaz de determinar su posición en base a cálculos complejos con mucha precisión. Cuanto más precisión de medida de tiempos tenga el dispositivo, más precisa será la posición.
Estos satélites están en una órbita de unos 22.000 Km de altura. Sí, 22.000 Km, lo que significa que no están geoestacionarios, sino que están en órbitas “que caen” hacia la Tierra, para lo cual, los americanos idearon un sistema de corrección y sincronización para que estos errores se pudieran subsanarse y establecieron 5 estaciones de control por el mundo: Isla Asunción, en mitad del Atlántico, Isla de Diego García, en mitad del Índico, Isla de Kwajalein, en el Pacífico occidental, Hawaii, en el Pacífico Oriental y California (aunque esta última es sólo de reserva). En estos sitios hay estaciones monitorizan todo el tiempo a los satélites, les mandan señales y así corrigen su posición y sus relojes. Digamos que están siempre haciendo dos cosas: sincronizando sus relojes y “levantando” los satélites, para evitar que caigan. Así, siempre están en el sitio correcto y así el sistema funciona. Y la verdad es que tenían razón, el sistema funciona perfectamente.
Como última nota curiosa, decir que sincronizan sus relojes porque la velocidad de los satélites es tan grande girando alrededor de la Tierra que ya se nota el efecto de la teoría de la relatividad y a nivel de microsegundo, los relojes varían y, como he dicho antes, eso es crítico para que el aparato de tu móvil, no se equivoque.
Bueno, a veces es bueno asumir que, en el cielo, existe un sistema de satélites continuamente cayendo sobre nuestras cabezas y que, gracias a ellos y a los controles permanentes que se hacen, uno puede salir a correr alrededor de su calle y tu teléfono es capaz de decirte hasta a qué velocidad vas. Una utilidad de andar por casa basada en un sistema realmente curioso.

Leave a Comment