Hoy he escuchando la radio he oído algo sobre las subvenciones a la Asociación Victoria Kent de Algeciras y he recordado a esta mujer y el debate que se produjo en el parlamento junto con Clara Campoamor y me atrevo a ponerla en el blog, porque es una historia casi olvidada.
La historia de esta entrada empieza en 1931. La segunda república se proclama en España y empieza un tiempo de libertad, como así se aventuraban a decir en aquella época. Cuando se realizaron las primeras elecciones de la república, sólo tres mujeres consiguieron su escaño de diputadas: Victoria Kent, del Partido Radical Socialista, Clara Campoamor, del Partido Radical y Margarita Nelken, del PSOE.
Para situarnos, el Partido Radical Socialista y el PSOE integraban en aquellas elecciones la Conjunción Republicano – Socialista, pues en el fondo ambos tenían ideales similares. El Partido Radical, aunque ahora tenga un nombre que no suene bien precisamente, era un partido de centro – derecha, con un ideario liberal, laico y democrático, y, posteriormente, participó en la coalición de derechas, la CEDA.
En aquellas elecciones, las mujeres podían ser elegidas como diputadas, pero no podían participar en las votaciones. Esto ya en sí es un hecho curioso, pero poco duraría.
En la primera legislatura, de 1931, se entabló un debate en el parlamento para aprobar que en el sufragio participaran también las mujeres. El debate no fue rápido ni sencillo. Era otra mentalidad, era otro tiempo y entonces aún había muchos prejuicios entre hombres y mujeres.
En el debate se plantearon dos tesis, encabezadas y defendidas por las mujeres representadas en el parlamento. Y aquí viene lo sorprendente, especialmente visto desde los ojos de la política de la actualidad: Victoria Kent defendía la tesis de la izquierda de que las mujeres no debían votar y Clara Campoamor, defendía la tesis de la derecha de que sí debían hacerlo.
Curiosamente, era la izquierda la que se negaba a darle el derecho al voto a la mujer, esgrimiendo que aún no se encontraba preparada y que aceptar el voto femenino era permitir que los confesores influyeran en miles de votos. Sin embargo, la derecha moderada de Clara Campoamor, defendía la igualdad entre hombre y mujeres y el derecho a elegir también para ellas, sabiendo también que cierta verdad había en la tesis contraria y que eso les podría beneficiar.
Realmente, la tesis de Victoria Kent no era para nada descabellada, porque la influencia de la Iglesia en ese tiempo era realmente alta. Eso sí, “vendiendo” su forma de pensar al interés de su partido, porque dudo que ella personalmente estuviera convencida de esa postura.
De hecho, el debate se prolongó varios meses y en él se notaba que Victoria Kent no estaba personalmente satisfecha de su propia tesis. El día de la votación sobrevolaba en el ambiente que no asistiría para no tener que votar en contra de su convicción, pero no, asistió, y votó en contra del sufragio femenino.
Finalmente, en las elecciones de 1933 ganó la CEDA y se alió con la segunda fuerza, el Partido Radical. La izquierda bajó, no sabemos si por la influencia de la Iglesia en el sufragio universal o precisamente por las posturas del debate, pero la decisión fue tomada por todo el país y no sólo por una mitad. Es mucho más importante lo segundo que lo primero, sin duda.
El debate Kent – Campoamor fue muy sonado y comentado en su tiempo. Tanta factura pasó que aunque parezca mentira ninguna de las dos fue capaz de renovar su acta de diputadas. Aunque posteriormente las dos siguieron una vida pública amplia . Victoria Kent fue directora general de prisiones hasta 1934 (ya incluso con el gobierno de derechas) y Clara Campoamor, abandonó el partido también en 1934, al integrarse en la CEDA su Partido Radical. Y tras la guerra, ambas tuvieron que exiliarse.
Lo que más me da que pensar es cómo se ve a día de hoy este tema. La izquierda se ha hecho abanderada de los derechos de igualdad y parece que es gracias a la izquierda que se han conseguido todos, cuando históricamente no es así. Es el problema de intentar asociar a ideologías conceptos que deberían estar por encima de ellas. Pero esto no es un tema de mi blog.
En cualquier caso, queda en los libros un debate histórico. Muy extraño, defendiendo tesis contrapuestas, pero realizado por dos mujeres a las que se les debe un paso más en la igualdad de género. Un debate para recordar… al menos cada cuatro años.