La semana pasada mi hermana me exigió que escribiera una entrada sobre volcanes y ciudades enterradas en lava, porque parece que este verano van a tener la fortuna de poder visitar Pompeya. Obviamente esta es la primera referencia cuando uno piensa en este tipo de tragedias, pero ni es la única ni siquiera es la más importante.
Pompeya y Herculano fueron enterrados en lava en el año 79 d.C. la alta velocidad que alcanzó el flujo volcánico (se llama técnicamente flujo piroclástico), alcanzó a los habitantes y destruyó la ciudad completamente, dejándola fosilizada para la eternidad. Eso sí, no se puede pensar que Pompeya quedó como una fotografía. Sólo se han encontrado 2.000 cuerpos y se estimaba que la población rondaba entre los 10.000 y los 15.000 habitantes.
Pero como digo no es la única ni la más importante de las erupciones. Quizás la más importante para la historia haya sido la del volcán Laki, que generó nada menos que la Revolución Francesa (ver entrada “El origen de la república”), aunque no fue una erupción demasiado grande, sí llevó consigo muchos cambios, casi un cambio de era.
En el mundo de las erupciones volcánicas, un país destaca por encima de los demás: Indonesia. Indonesia es un país enorme, muy poblado, pero constituido por múltiples islas volcánicas (ver entrada “Un ejemplo de gestión de la diversidad”). Ese país acumula 6 de las principales erupciones de la historia. La mayor registrada es la del volcán Tambora, en la isla de Sumbawa, una isla del tamaño del doble de la provincia de Cádiz y que registró una erupción IEV-7 (indice que mide las erupciones volcánicas), el tope de la clasificación. Después de varios días dando avisos, el 10 de abril de 1815 se registró una explosión que se escuchó en Sumatra, a nada menos que 2.600 Km (creían que se estaban produciendo disparos). La explosión se estima en 800 Megatones, lo que viene a ser, unas 40.000 veces lo que fue la bomba de Hiroshima. Causó un tsunami de 4 metros en toda Indonesia y se depositaron cenizas a 1300 Km. Por supuesto, toda la vegetación de la isla se destruyó y murieron unas 12.000 personas directamente y hasta unas 70.000 por la hambruna y desolación que hubo en la isla. Como dato curioso, 1816, fue conocido en Europa como el “año sin verano”, como efecto indirecto de esta erupción. También sepultó de forma casi intacta una ciudad, conocida también como Tambora y que se le llama como “Pompeya del Este”, por las similitudes en las excavaciones.
La segunda de las erupciones famosas de Indonesia es la erupción del Krakatoa, en 1883. Fue un poco menor que la anterior (categoría IEV-6), pero es muy conocida porque fue un cataclismo épico. El volcán Krakatoa estaba (sí, digo bien, estaba) en el Estrecho de la Sonda, entre las islas de Sumatra y Java en una isla llamada Krakatoa. el 26 de agosto de 1883, después de varios meses de actividad, el volcán reventó. Literalmente reventó. Generó el mayor ruido de la historia (se escuchó en Mauricio a 4.800 Km de distancia y se dice que los marineros en un radio de 80 millas del volcán quedaron sordos). La explosión fue de unas 7.000 veces la bomba de Hiroshima, y desintegró la isla, haciéndola añicos y desaparecer. La erupción como tal no provocó muchas víctimas, aunque como hizo reventar una isla, generó un tsunami que mató a unas 36.000 personas y llegó nada menos que hasta Francia (sí, bordeando África). Como dato curioso, esta erupción consiguió demostrar que en determinadas circunstancias, la lava puede ir sobre el agua, dado que recorrió los aproximadamente 50 kilómetros que la separaban de la isla de Sumatra flotando sobre el mar.
El volcán quedó tranquilo pero no cesó de actividad. En 1926 emergió una islita volcánica en ese sitio (llamada “hijo del Krakatoa”) y que va creciendo a razón de 5 metros al año. Está deshabitada (recomiendo un vistazo en google maps, porque es una isla desértica en un paisaje que es un vergel) y ya va por 300 metros. Quizás algún día vuelva a estallar.
Para terminar, tres erupciones que también destacan por algo: la primera la de Huaynaputina, en Perú. Fue el 19 de febrero de 1600 y dió al traste con unas 1600 vidas. También una explosión de IEV-6, tiene como hito que es la erupción volcánica que más ha afectado al clima en Europa. Esta erupción provocó un desfase de casi 1 grado en la temperatura en Europa y provocó las hambrunas de Rusia de 1600 y 1601, que mató a unos 2 millones de personas y provocó revueltas en Rusia, dando al traste con la dinastía de los Godunov en 1605.
La segunda, la del volcán más activo: el Monte Pelee en Guadalupe, Antillas Francesas. Desde 1790 hasta ahora, prácticamente tiene una erupción cada 50 años, siendo la mayor de ellas, la de 1902. En abril el volcán dio varias advertencias, pero como estaban tan acostumbrados a su actividad no le dieron importancia. El 3 de mayo hubo una invasión de animales salvajes en St. Pierre, la mayor ciudad de la isla huyendo del volcán, el día 5 se generó un tsunami y se intensificaron las erupciones hasta que el 8 de mayo el volcán explotó, enterrando directamente a la población de St. Pierre (la nube volcánica enterró la ciudad en menos de un minuto), matando a casi 30.000 personas.
La última, pues la mejor gestionada de las importantes. Fue producida en Luzón, Filipinas en 1991, por el volcán Pinatubo. No tuvo muchas víctimas aunque era un lugar muy poblado por indígenas (esa montaña, inactiva durante más de 500 años, fue el refugio de los indígenas cuando llegaron los españoles). Afortunadamente, dos indígenas avisaron de lo que se iba a producir cuando empezaron a ver los síntomas y dieron aviso que permitieron evacuar casi todos los poblados, quedando sólo unas 1.000 víctimas. Teniendo en cuenta que vivían 500.000 a menos de 40 km, y 30.000 en las laderas, no cabe duda que la evacuación fue todo un éxito. Aunque enterró a varios poblados es conocido como una gestión eficiente de la catástrofe. Meses después aún se veían cenizas de este volcán en Canarias y también tuvo consecuencias globales en cuanto a temperatura.
Esto son algunas de las erupciones más destacadas. Podría contar otras muchas, como la de Montserrat, que destruyó la capital de la isla en 1996 (Plymouth, foto) o la del Lago Nyos, en Camerún, que saturó de CO2 el lago y generó la mayor erupción de gas tóxico de la historia. En el fondo, todas tienen algo en común: cambiaron el futuro. El porvenir es caprichoso y a veces, la Tierra estornuda para recordarnos que, en cualquier momento, podemos ser enterrados por el destino, pero también para hacernos ver que la vida sigue incluso después de un cataclismo de ese calibre.