Retomo el blog después del verano. Ahora empieza el mal tiempo y es más fácil encontrar un rato para escribir.
He pensado mucho qué tema escoger para retomarlo y me he dado cuenta que no he hablado de una de las personas que más ha cambiado el mundo, aunque él nunca lo sabría. El puso la semilla que 200 años después nos ha llevado a donde estamos. Viviendo pegados a un móvil.
Como casi todos los grandes tuvo una vida modesta, aunque nuestro personaje, todo un mito para los ingenieros de telecomunicaciones, hizo muchas cosas en la vida cotidiana. Más de las que uno podría pensar para alguien así.
Nació en Francia en 1768, en una familia numerosísima. Trece hermanos son muchos y él era el décimo de los 13. Encima, quedó huérfano pronto, a los 10 años. Se educó en la escuela militar de Auxerre y estuvo debatiéndose entre ordenarse sacerdote o hacer lo que le gustaba, dedicarse a la ciencia. Así pasó su infancia y su juventud, hasta que en 1789 ya decidió definitivamente dejar la religión y ser profesor de la propia escuela a la que fue.
En 1793 tomó parte activa en la política de la revolución francesa, cosa que, en el régimen del terror de Robespierre no era demasiado seguro. Estuvo a punto de ser guillotinado al año siguiente, pero finalmente, tuvo la suerte de que cayó antes Robespierre, la política en Francia dio un giro y fue liberado. Se calmó un poco e ingresó en la Escuela Normal de París para estudiar Matemáticas. Aunque llegó a catedrático poco después (1797), su natural inquieto lo llevó a dejarlo todo para ingresar en el ejército como cargador de cañones. Era una etapa de euforia en Francia, el inicio de la era de Napoleón y nuestro personaje decidió acompañarlo. Destacó pronto, dado que era capaz de calcular la trayectoria de los cañones y Napoleón en persona quiso que lo acompaña en Egipto. Era consejero científico. En Egipto destacó y además de ser un personaje relevante en el Instituto de Matemáticas de El Cairo, llegó a ser gobernador de una parte del país.
En 1801 volvió a Francia, donde Napoleón lo nombró prefecto de un departamento (Isere) hasta 1815, pero ya había decidido dedicarse a la ciencia, su verdadera pasión.
Estoy seguro que los telecos que lean esto no imaginarán siquiera de quién estoy hablando. Pues se trata, nada más y nada menos que Jean-Baptiste Joseph Fourier. Al público en general no le sonará de nada, pero seguro que mis colegas de profesión han esbozado una sonrisa. Fourier es, para mí, el hombre que cambió el concepto del mundo a nivel técnico y curiosamente, el no supo, ni siquiera se imaginó que lo que él estaba haciendo lo cambiaría.
Fourier se dedicó al análisis de la transmisión del calor y en 1822 publicó un tratado “Teoría analítica del calor” en la que desarrollo el concepto de desarrollo de las Series de Fourier: la descomposición de una función en una aproximación de series de senos y cosenos. Su observación sobre la transmisión del calor llevó a esta formulación matemática, que, posteriormente pudo llevarse a cualquier función de propagación, entre ellas las electromagnéticas.
Y esto derivó en demostrar que las ondas pueden descomponerse en frecuencias y las frecuencias separarse unas de otras… y ¡bingo!, ya tenemos la teoría de transmisión que todos utilizamos. Toda la tecnología se basa en la propagación de señales gracias que entre ellas no se mezclan si se piensa en ellas en el dominio de la frecuencia.
El dominio de la frecuencia es sólo una forma de plantear el mundo derivada de la formulación matemática de Fourier y, por cierto, condición básica para que un teleco pudiera acabar la carrera: o se entendía o podías buscarte otra cosa.
Curiosamente, Fourier, es muy conocido en un campo en el que no trabajó (telecomunicaciones), aunque formuló una teoría que hoy está muy en boga y por la que nadie le conoce. Fourier aplicó su análisis de propagación del calor a la radiación que recibe la Tierra desde el Sol y cómo se disipa el calor interno y pensó que con esa radiación, la Tierra debía ser muchísimo más fría de lo que es, así que propuso que quizás la atmósfera sería capaz de ser aislante, permitiendo que la radiación que entrara no se escapara y pudiera mantener más caliente la Tierra de lo que debería: había nacido el “efecto invernadero”.
Su fama científica hizo que sobreviviera a la caída de su mentor Napoleón. Gracias a su teorema fue nombrado barón y en 1826, secretario perpetuo de la Academia de las ciencias. Murió en 1830, por el fenómeno al que se dedicó a estudiar: una estufa con mala combustión lo mató asfixiado. Es, por méritos propios, uno de los científicos inscritos en la Torre Eiffel de París.
Fourier fue capaz de pensar de otra forma, modificar la visión del mundo y verlo de forma transversal, en frecuencia. Imaginó una forma de propagación diferente, aunque nunca pudo imaginar que su visión derivaría en un cambio del comportamiento humano. Cualquier pensamiento, por raro que sea, puede ser utilizado más adelante para cambiar el mundo. Una clara muestra de ello es que ahora mismo estás leyendo esta entrada.