El Rey efímero

Cuando era pequeño y jugaba al trivial había una regla en las preguntas sobre reyes franceses: “si no la sabes, di Luis y un número hasta el 16”. Y es cierto, por la cantidad de reyes de ese nombre que tuvo el país vecino.

Sin embargo, en España también tenemos nuestro Luis y se hizo famoso no precisamente por su reinado, sino, más bien, por la escasez del mismo.

El reinado de Luis I de España es como un enclave geográfico: está metido justo en mitad del reinado de su padre, Felipe V y duró muy poco, sólo 7 meses, siendo el más corto de todos los reyes españoles (teniendo en cuenta que Felipe el Hermoso realmente era el Rey consorte).

Luis I nació en Madrid y es el primer rey “español” de los Borbones. Lo criaron como rey, casándolo por conveniencia con sólo 15 años con una niña de 12 (Luisa Isabel de Orleans). Ascendió al trono el 16 de enero de 1724 con 17 años, pero sólo llegó al 31 de agosto de ese año, porque la viruela, se lo llevó.

No hizo nada reseñable, porque además su padre no dejó el trono de forma efectiva y seguía gobernando en la sombra, probablemente, porque conocía su enfermedad y lo poco que duraría (más o menos así se lo dice en la carta en la que abdica en él).

Ha habido otros reyes efímeros, pero no tanto, como el pobre de Amadeo I, al que nombraron rey las cortes de 1870 y del que antes de llegar (el 2 de enero de 1871) ya no tenía valedores, pues su principal apoyo, el general Prim, murió asesinado el 30 de diciembre de 1870, mientras él viajaba a España.

Sufrió en sus carnes lo que somos los españoles cuando queremos, una locura. Él fue el enemigo común que tanto nos gusta y dimitió por iniciativa propia el 11 de febrero de 1873 con una frase que pasó a la historia: “No entiendo nada, esto es una jaula de locos”. En su carta de dimisión, dejaba claro la dificultad de los españoles: no necesitamos el enemigo de fuera, entre nosotros solos nos bastamos. Al fin y al cabo en sus dos años de reinado le sirvió para hacer un análisis muy crítico de quienes somos.

Luis I y Amadeo I, dos reyes realmente efímeros. Curiosamente nunca se repitió el nombre… ¿superstición? Nunca se sabe.

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