Los nombre los pone el pueblo

El otro día mi hermana me pasó un comentario de una amiga para ponerla en el blog como entrada. Me gustó y aquí estoy. Pero sin embargo, voy a hacerlo un poquito más extenso, porque era un tema que me rondaba la cabeza desde hace tiempo.
El tema era el origen de la frase “dar duros a tres pesetas” y se refería a una anécdota protagonizada por don Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones, en disputa con Antonio Maura, político coetáneo. Maura intentó quitarle votos a Romanones por Guadalajara pagando tres pesetas y Romanones, en contra propuso “Darme las tres pesetas de Maura y yo os daré 5” y de ahí salió ese dicho. Sin embargo, esta anécdota no la he podido verificar, porque aunque Maura criticó mucho la compra de votos de Romanones en Guadalajara, realmente nunca fueron rivales, e incluso éste último perteneció al gobierno de Maura (que  fue elegido por Palma de Mallorca) en varias ocasiones.
Sin embargo, esta anécdota me dio pie a un tema que siempre me ha llamado la atención. Aquí estamos muy acostumbrados a que los nombres oficiales van por un lado y los reales por otro. Pero realmente es algo que ha pasado en España desde siempre y con el dinero, más.
El duro es un claro ejemplo de esto. El duro se le conocía a las 5 pesetas y su origen fue una moneda de 20 reales que se acuño en el siglo XIX que por su tamaño se le conoció como “peso fuerte” o “peso duro”. La peseta, que, aunque no era la única moneda del país en aquella época, ya existía, eran 4 reales y por tanto el “peso duro” eran 5 pesetas.
Esa denominación se extendió mucho. Tanto, que era una moneda de negociación en la calle. Las cantidades grandes se contaban en duros. Se hablaba de 20.000 duros cuando se referían a 100.000 pesetas y todo el mundo (yo no recuerdo a nadie que no lo hiciera) que no hablara de la moneda de las 100 pesetas como “veinte duros”.
Como nota curiosa, decir que únicamente se acuñó una vez una moneda de un duro. Fue en Gerona, en la época de la ocupación de Napoleón.
Cuando entró oficialmente la peseta en 1869 y se quedó como moneda única, los reales pasaron también a ser ficticios, y se llamaban así a los 25 céntimos (que fueron famosos porque tenían un agujerito en el centro). En esa época, se acuñaron monedas de cobre con leones grabados de 5 céntimos y 10 céntimos. El acuñado no salió demasiado bien, y el pueblo les comenzó a llamar “perra chica” a la de los 5 céntimos y “perra gorda” a la de los 10 céntimos. Ese nombre se extendió mucho, especialmente en la época de la posguerra.
En ese momento, el sistema monetario español era de 1 peseta = 100 céntimos. Pero ese era el oficial. En la calle era: 1 Duro (5 pesetas) – 1 peseta – 2 reales (50 céntimos) – 1 real (25 céntimos) – 1 perra gorda (10 céntimos) – 1 perra chica (5 céntimos).
Así que en realidad, en la calle había 5 denominaciones diferentes para todas la monedas que había.
No fueron los únicos nombres que les dio el pueblo a las monedas. Como por ejemplo el “talego”, por los billetes verdes de 1000 pesetas o el “kilo” como se conocía al millón de pesetas. Por cierto, ese nombre de “kilo” viene de que en el siglo XIX ponían en las monedas su valor y el número de monedas que harían falta para 1 Kg de material.
Pero llegó el Euro y esos nombres se perdieron, aunque seguro que la gente prepara otros nombres para el futuro, porque al final, los nombres los pone el pueblo.

2 comentarios sobre «Los nombre los pone el pueblo»

  1. A los billetes de 500 euros se los ha llamado binladen, por lo difíciles de encontrar que eran.

  2. Anónimo

    jajaja k buenos recuerdos, cuando vendia en los mercadillos con mi padre que de repente tuve que empezar a contar y vende en duros y reales, la gente mayor no entendia los precios en pesetas.

    ASC

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