La necesidad del enemigo

España ha sido un país en el que lo normal ha sido estar en guerra. Siempre ha sido un país amenazado, desde la conquista romana de Hispania, se han sucedido las invasiones, unas con éxito, otras sin él, pero ha sido una constante en nuestra historia.

A esto hay que añadir una religión, la católica, tradicionalmente gestionada desde la negatividad. El catolicismo se rige por prohibiciones y cosas que no se deben hacer y encima carga la responsabilidad de los problemas a quien los sufre por algo que se ha hecho mal o algo que se ha incumplido. El famoso “castigo de Dios”.

Esto, ha calado en nuestro ADN y ha generado la necesidad de echar la culpa a otro. El español rara vez asume las culpas y siempre busca la causa en algo ajeno que ha generado un caldo de cultivo que ha terminado por condicionar lo que sea. Es algo muy de la moral católica del carbonero. Una forma de tener la conciencia tranquila.

Pero no sólo eso. El español necesita tener un enemigo. Y lo que es peor, si no lo tiene, se lo crea, aún sin mirar las consecuencias que puedan traer. La lucha con el enemigo pesa más. No olvidemos que la invasión musulmana de España se produjo por una lucha entre clanes visigodos y uno de los clanes, cegado por su lucha con el otro clan, pidió ayuda a árabes del norte de África. Cuando llegaron vieron lo fácil que sería para ellos quedarse y en apenas 8 años, estaban en Zaragoza. Eso sí, en cuanto se produjo la invasión, los clanes visigodos volvieron a luchar juntos. El español, sí es capaz de unirse con el que tiene las ideas más alejadas siempre que tengan un enemigo común.

La transición ha sido un ejemplo claro de la capacidad del español a ser diferente, a ser ingenioso y a trabajar juntos. Pero la transición tenía un enemigo común: el fantasma de la dictadura. Ninguna de las fuerzas políticas quería seguir con un régimen ya desgastado y la única forma de no perpetuar el régimen era ceder para alcanzar acuerdos. Y todos cedieron. Suárez legalizó el Partido Comunista, algo absolutamente increíble en aquella época (ver la forma que el periodista de TVE lee la noticia, no sale de su asombro), pero para ello, el Partido Comunista, aceptó al Rey, algo totalmente contra de sus principios (republicanos por definición). Pero los dos tenían un enemigo común: el régimen. Y ahí el español se crece.

Cataluña, País Vasco, Galicia, Andalucía, todos aceptaron unos preceptos inaceptables 60 años antes. Pero todos tenían claro el objetivo: poder vivir en paz.

Desde entonces han pasado ya 40 años. Demasiados y el fantasma del régimen ha desaparecido. Las generaciones de gobernantes actuales no lo conocieron o si lo conocieron fue residualmente. Han sido criados en la transición y ya no tienen miedo a un enemigo inexistente. Ya viven alejados de ese enemigo común… y ahora es necesario buscar otro enemigo.

El español está acostumbrado a definirse por lo que no es, como los católicos, como los que vienen con miedo a la invasión. Y así se define todo el mundo: el PP es lo que no es el PSOE, pero ¿qué defiende?. El PSOE es lo que no es el PP, pero ¿está a favor de bajar los impuestos o de subirlos? El Catalán es el que no es español y el de UPyD o IU buscan ser la tercera vía. Definiciones demasiado ligeras que todas recurren al enemigo para definirse. Y eso ha terminado por generar un ambiente de indefinición. Simplemente no se es como otro. Y así nos va.

Este país necesita un cambio de filosofía a positivo. Dejar de ser quien no hace algo para pasar a ser quien hace algo. Me encantaría escuchar alguna vez a los políticos que están de acuerdo en algo. Pero en algo realmente difícil. Algo que implique que uno de ellos pierda votos. Eso es lo que me gustaría escuchar, un político que esté dispuesto a perder votos pero que apoye algo que crea bueno para el país. Hace más de 10 años que no veo nada parecido.

Apoyar iniciativas vengan de donde vengan, creer en una línea y no en la “no línea” del de al lado. Y no siempre saldrán bien las cosas, seguro, pero al menos, habrá definición, una línea a seguir, un camino, acertado o no, pero sin influirse por los del alrededor.

Esta reflexión puede remitirse a todos los ámbitos de la vida, reducirse a grupos, cada vez más pequeños. Y la reflexión sigue valiendo. No es raro que los empleados se unan contra un jefe, sin proponer nada que haga mejorar al jefe. No es raro ver como los del Betis se definen como “antisevillistas” y los del Madrid como “antibarcelonistas”.

España necesita quitarse el yugo del enemigo y de la mala conciencia. Vivir sin ataduras, vivir de cara al futuro y defender las ideas. Pero por encima de todas las ideas, defender la idea del bien común. Del bien común sin necesidad de que la muerte de un caudillo nos una.

En definitiva, vivir en positivo.

 

Un comentario sobre «La necesidad del enemigo»

  1. ¡Muy buena reflexión, Mafran!. Dicho ha sido que la mezcla del Descubrimiento de América, la fortaleza de la Inquisición y la ausencia de la Ilustración han provocado un vacío en el proceso de maduración de los españoles y un cierto deje astigmático en cuanto a su visión del mundo y del futuro. En unos enclaves más que en otros. Por ejemplo, en nuestra querida Bahía, ni siquiera hemos sido capaces de unirnos frente al enemigo común (La Roca). ¡Nunca es tarde!.
    Me remito a tu broma. El líder tiene su propia hoja de ruta, donde los enemigos no están reflejados. No puede perder energías en anécdotas. Y lo tiene claro; muy claro: “Cree en el Ser Humano. En su capacidad para conseguir todo lo que se proponga. Cree que el Cosmos ha existido siempre, que es infinito y será eterno. Cree que la capacidad para acceder al conocimiento es también infinita y, por tanto, la vida siempre estará justificada. Para él, la VIDA con mayúsculas es eterna, por tanto, sus integrantes y partícipes, también. Cree que cambiar el mundo es posible, y que el Ser Humano es una criatura que puede llegar a ser perfecta. Y por supuesto, es antibético”.

    Saludos, JM

Deja tu comentario