Un ejemplo de gestión de la diversidad

Por circunstancias de la vida me ha tocado pocas veces estar en islas. Un par de veces en Canarias, otro par en Baleares y otro en las islas británicas. En todos los casos he tenido una sensación similar, estar enclaustrado, perdido. En Fuerteventura fui capaz de recorrer todas las carreteras de la isla. Todas. Incluso las de tierra. En el fondo, los que somos de un país continental pensamos en las islas como en un lugar relativamente pequeño, relativamente alejado y donde se puede uno perder. Las distancias son otras, y la forma de vivir también.

Es por eso que me llama mucho la atención que el cuarto país más poblado del planeta es un país que no tiene nada de territorio continental. En un país exclusivamente insular, pero con más de 17.500 islas, Indonesia multiplica por 4 la dimensión de España y casi por 6 la población. Indonesia es un monstruo insular, un país único en el mundo y en el que se dan, por sí misma muchas curiosidades.
El territorio de Indonesia está repartido por un archipiélago entre los Océanos Índico y Pacífico, y que llega casi desde la península de Malasia hasta Australia. De extremo a extremo más de 5.500 Kilómetros. Más que la anchura del Océano Atlántico, para que nos hagamos una idea.
Dentro de las islas que forman su territorio están algunas que son muy conocidas, como Borneo, o Nueva Guinea (estas dos islas son mayores que España), Sumatra o Java (la isla más poblada del mundo) y ciudades también conocidas, como Bali o Yakarta.
De las 17500 sólo unas 6.000 están habitadas, el resto, son demasiado pequeñas y son islas ideales para perderse en ellas. Sin embargo, no deja de ser curioso que en tres de las principales, Borneo, Nueva Guinea y Timor, Indonesia tiene soberanía sólo sobre parte de la isla. Borneo la comparte con Malasia y el sultanato de Brunei. Timor con Timor Oriental y Nueva Guinea con Papúa-Nueva Guinea. Es un país acostumbrado a gestionarse a si mismo y no le importa tener dividido el territorio.
El origen de este extraño país fueron las colonias holandesas en Asia, que desde el siglo XVIII fueron clave en el comercio marítimo. A primeros del siglo XX y justo antes de la II Guerra Mundial decidieron que ya estaba bien de colonialismo holandés y comenzaron la lucha por su independencia. En su guerra de independencia, a pesar de la distancia y la diferencia de características, la población de Indonesia se unió en contra del poder establecido, primero contra el poder holandés y después contra la invasión japonesa de la II Guerra Mundial, lo que permitió crear un sentimiento de país, independiente desde 1945 que perdura hasta hoy mismo.
Aunque es el estado mayoritariamente musulmán más alejado de La Meca, con su cantidad de islas y distancias, obviamente, Indonesia es un conglomerado de etnias y lenguas. En este país hay más de 300 grupos étnicos y 700 lenguas distintas. Pero, por el bien de la convivencia, este país adoptó un idioma casi artificial, el indonesio, para cooperar entre los territorios y se enseña en todo el país y es el que se usa en las relaciones comerciales y administrativas, aunque prácticamente toda la población tiene un idioma materno diferente. A pesar de tanta diferencia y aunque ha habido algún enfrentamiento, en general las etnias conviven en armonía.
Es un país diferente, disperso, singular, extraño, pero todo un ejemplo de gestión de la diversidad que desde aquí se echa bastante de menos. Al final, convivir, es lo importante.

Un comentario sobre «Un ejemplo de gestión de la diversidad»

  1. Anónimo

    A la isla de Perejil mandaba yo a alguno a vivir.

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