Juegos Matemáticos que terminan gobernándonos

Después de un año y medio de impás, vuelvo al blog. En medio, mucho trabajo, una mudanza y casi una tesis… casi ná!
Para retomar el tema, he recordado algo que pasó hace un par de semanas. Concretamente, en las elecciones, se oyó lo de siempre: el voto vale más en unos sitios que en otros, que el voto en blanco va para la mayoría, que si es mejor votar nulo, etc. En fin, típicos comentarios de elecciones.
En España se reparten los diputados por una ley que se llama ley D’Hont y se hace el reparto por provincias. Los partidos se presentan por provincias y no tienen por qué presentarse a todas.
De los 350 diputados, 102 se reparten por definición: 2 por provincia y 1 por Ceuta y Melilla. El resto, se reparte por población. De esta forma, si se hace el reparto, cada escaño en Madrid corresponde a casi 180.000 habitantes, mientras que en Soria corresponde a 47000. Curiosamente los nacionalismos, no salen demasiado bien parados en esta división: el Pais Vasco es la región 11 si consideramos cuantos habitantes cuestan cada escaño y Cataluña es la segunda que más cuesta. Andalucía es la sexta en esta clasificación, que también comanda Madrid y cierra Castilla Leon.
Así que ya sabemos que en las provincias con menos gente, los votos valen más, pero las que tienen menos gente son las Castillas, Extremadura y Aragón. El primer rumor es cierto,… aunque no valen para justificar los nacionalismos.
La “trampa” de decir que IU o UPyD tienen más votos que CiU o PNV no vale, porque no sólo hay que ver los votos de cada uno, sino cuánta gente podría haber votado a cada uno. Mientras que a los dos primeros lo podrían haber votado todo el censo, a PNV o CiU sólo se presentan en determinadas provincias y por tanto no pueden recibir votos en toda España. Éso sí está muy premiado en la ley electoral actual.
Ahora veamos el reparto de los escaños por los votos. La ley D’Hont es bastante compleja de explicar y hasta la ley electoral lo hace con un ejemplo. Yo no tengpo espacio para tanto, pero para que os hagáis una idea, simplemente decir que realmente no es proporcional, pero casi. Se hace el reparto por cociente, de forma que se cogen los mayores resultados de dividir el número de votos de cada partido por los números desde el 1 hasta el número de escaños a repartir. No se reparten los votos en blanco o nulo, así que el comentario de que el voto en blanco va a la mayoría, no es cierto.
Sin embargo sí que hay un punto de verdad en que los votos en blanco benefician a la mayoría. Resulta que para poder acceder a un diputado necesitas un mínimo de votos, que es un 3% sobre los votos realizados. Si se vota en blanco, se incrementa el número de votos realizados y los pequeños tienen más complicados llegar a ese 3%. Por cierto, este 3% es un 5% en la municipales.
Así que, es cierto que no votar favorece más al pequeño que votar en blanco, pero no porque se repartan los votos, sino porque hace más fácil llegar al mínimo del 3%. Ah! los votos nulos no cuentan en ningún caso… salvo para el presidente de mesa, que tiene que dar parte uno por uno de todos los nulos. Es el único voto que no se destruye en la misma mesa y se debe enviar a la oficina central. Vamos, que lo único que se consigue con estos votos es hacer que el presidente de mesa trabaje el doble.
El reparto da situaciones paradójicas, como el caso de San Roque en las municipales. IU se quedó a 50 votos del 5% que le hubiera dado un concejal que hubiera sido decisivo. Sin embargo, al no llegar a este 5%, el concejal se concedió al PSOE por sólo 2 votos.
Juegos matemáticos que terminan gobernándonos…

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